En la Isla del Inti {Sol} ... a veces te sorprende la lluvia ...
{del 16 al 17 de diciembre '15}
Completamente desorientados llegamos a Copacabana con una tormenta torrencial (pero pasajera). No entendíamos mucho, no se si era por el largo viaje y sin dormir o porque realmente nadie nos tiraba un dato de nada, a pesar de {en teoría} hablar el mismo idioma, no ponían mucho esfuerzo por ayudarnos, la información turística cerrada por almuerzo.. finalmente y después de casi crisis ... decidimos ir a pasar la noche a la Isla del Sol.
Corrimos, corrimos y corrimos con pasaje en mano (50 pesos
bolivianos, ida) la lancha salió 30 minutos más tarde, subimos en la terraza
y automáticamente nos sentimos en casa, es que estaban esperando para zarpar
Marcos y Facundo {Mendoza} Lautaro y Carlos {Buenos Aires} y Ornella {Francia}
un grupo de amigos viajeros que se habían encontrado y planeaban pasar la noche
en la Isla. Luego del viaje de dos horas precioso por todo el Lago Titicaca {el
más alto navegable del mundo} llegamos al muelle de la parte norte, en donde no
nos dejaban pasar ya que teníamos que "colaborar" con 10 bolivianos
cada uno, de lo cual no habíamos sido informados, o peor aún, a nuestros amigos se lo habían negado a muerte
en tierra firme.
Piquete en el muelle |
Después de hablar con distintas autoridades, de no tener otra opción
ya que no podíamos dormir en el muelle y no había lancha que regresara a la ciudad,
pagamos nuestra estadía mas cara entre
lancha y pasaje 120 bolivianos, en fin... Bolivia hasta desde la tierra
distante no nos seguía tratando del todo bien como turistas.
Lo bueno es estar acompañados, luego de armar las carpas y
dispuestos a cocinarnos, pidiendo permiso para hacer fuego y con la promesa de
que sólo sea para el momento de la comida (puf! cuánta energía en negociar) se
levanta viento y comienza a llover baldes de agua, rayos, mucho viento y una
fuerza que casi nos levanta la carpa.
Nos dividimos para poder “cenar” tomate, queso y palta, porque el
plan de cocinar se lo había llevado el viento, compartimos lindas charlas con
nuestros amigos de aventura, y con Frank nos dormimos temprano, con frío y
mojados pero profundamente.
Al amanecer, sentía algo detrás de mi espalda… intenté adivinar,
es algo redondo, ¿será un ovillo de lana?… ¿la pelota de tenis para mis
masajes?… ¿el desodorante en crema? Nooooo… era un tomate de nuestra cena
desorganizada que había sido parte del colchón durante toda la noche…
En la Isla del Sol, el Inti te recibe con amor y te invita a dejar
pasar la primer lancha, desayunar en circulo y compartir mates con panfuerzo de
palta, pero es una pena que sus autoridades no piensen igual que el Sol… en la
segunda lancha del día partimos a tierra firme sabiendo que lo vivido es
meramente aprendizaje, deseando lo mejor a la comunidad y soñando que algún día
la Pachamama sea realmente de todos como dicen…
Gracias Isla del Sol por
compartirnos ese pedacito...