Lo lindo de viajar es tener la clara incertidumbre de que todo va a estar bien..
Si, así. Así nos sentíamos desde que nos subimos el viernes 20 de noviembre al Tren desde Rosario, rumbo a San Miguel de Tucuman y de ahí a El Mollar, en Tafi del Valle.
Luego de comenzar a sentir la adrenalina, subiendo por la ruta zigzagueante y llena de bellos paisajes {nada mas lindo que salir de la metropolis}, llegamos a Shukran, previo contacto gracias a Maie que habia pasado tiempo antes y conocido a un ser excepcional, llamado Juan, el hijo del Viento.
Juan, nos recibió en su local, repleto de cosas ricas y enseguida nos sentimos en casa, tal es así que planeabamos quedarnos tres días y finalmente retomamos viaje el 1 de diciembre.
El Mollar, es un pueblo que se ubica en el Valle de Tafi. Su clima es cambiante, por las noches realmente se siente el frío pero el calor de su gente hace que te enamores inmediatamente.
Disfrutamos del Lago, en donde Frank consiguió nuestra cena. Nos perdimos en el Cerro Ñuñorco y conocimos otros rincones muy bien acompañados siempre por nuestros amigos de cuatro patas [ Sirius Black, Platina, Chapatin, Pucho y el Negro cola corta] que además eran los guardianes de nuestra "casa" { hermosa carpa para cinco} de los caballos que salían a parrandear libres por las noches del Mollar.
Cuando llegó el momento de arrancar, conocimos a una familia bellisima formada por Estrella, Juan y la mas simpática de todas... Sol, su niña de siete meses. Ellos nos llenaron de buenas energías y a pesar de tentarnos con un rico almuerzo de Trucha... tuvimos que dejarlo para la próxima.
En Rosario, antes de salir nos dijeron que confiáramos , que los Ángeles nos acompañan, nunca imaginamos que serian tantos seres que estarían cuidando de nosotros, seres que se personificaron en cada mirada que cruzamos con todas las personas y animales del Valle de Tafi... <3 Gracias a todos!
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